Bajo la atenta mirada de los inversores internacionales, la estrategia actual de Argentina ofrece un caso práctico sobre cómo los países latinoamericanos están adaptando sus marcos legales y económicos para atraer capital a largo plazo en industrias estratégicas como la minería, la energía y la infraestructura.
En ese sentido el Regimen de Incentivos para Grandes Inversores (RIGI), que se aprobó en el marco de la Ley Bases en el Congreso de la Nación en 2024, impulsó la semana pasada el anuncio de lo que podría convertirse la inversión directa más importante de la historia del país.
José Luis Morea, director senior para Argentina y Chile de Vicuña Corp. anticipó que se presentará una inversión de alrededor de 15.000 millones de dólares para la explotación minera de cobre, lo que significaría un monto que alcanzaría a todos los RIGI presentados hasta el momento desde que se aprobó la ley. De esta manera, queda en evidencia la potencialidad de industrias claves que necesitan marcos regulatorios acordes para realizar inversiones a mediano y largo plazo.
Un anuncio de inversión extranjera histórico
La industria del cobre argentina se ha descrito durante mucho tiempo como de “gran potencial pero escaso desarrollo“. Esa narrativa está cambiando. Con más de 18 proyectos cupríferos actualmente en desarrollo y seis que ya atraen capital importante, Argentina se ha posicionado como un polo cuprífero global en auge.
En este sentido, gigantes mineros mundiales como BHP y Lundin planean inscribir proyectos como Josemaría (parte del distrito de Vicuña) en el marco del RIGI, lo que marca un cambio fundamental en el atractivo de Argentina en comparación con otras jurisdicciones mineras andinas como Chile y Perú.
Gran parte de este impulso se atribuye al RIGI, un instrumento de política diseñado para brindar certidumbre a largo plazo y un entorno legal favorable a los inversores que comprometen más de US$200 millones. El programa ya ha registrado más de 11 proyectos importantes, y las empresas cupríferas representan la mayor parte de los aproximadamente US$15.000 millones comprometidos actualmente para el sector.

¿Qué es el RIGI y cómo funciona?
El RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones) es un marco legal aprobado en 2024 e impulsado por el gobierno del presidente Javier Milei. Está diseñado para impulsar inversiones a gran escala al ofrecer:
- 30 años de estabilidad jurídica y fiscal, garantizando que no se apliquen cambios tributarios significativos a los proyectos registrados.
- Una tasa impositiva corporativa fija del 25 %.
- Depreciación acelerada de los gastos de capital.
- Importación libre de aranceles de bienes de capital e insumos.
- Exenciones de impuestos a la exportación a partir del tercer año de operaciones.
- Acceso total al mercado cambiario para la repatriación de utilidades.
Para el sector minero en particular, este régimen ha llevado a una reducción de la carga tributaria efectiva del 47 % al 38 %, lo que ha hecho a Argentina más competitiva que sus pares regionales. Más allá de la minería, el RIGI está abierto a proyectos de energía, logística, infraestructura y alta tecnología, y se ha convertido en el eje central de la estrategia de promoción de inversiones de Argentina.
Implicaciones Macroeconómicas: Una Apuesta Estratégica para la Estabilidad
Si la ola de inversión en cobre se materializa según lo proyectado, podría generar más de US$47.000 millones en contribuciones al PIB para 2040, con un promedio de US$4.000 millones anuales en ingresos por exportaciones entre 2031 y 2040. Esto es crucial para un país con restricciones crónicas de balanza de pagos y una estructura fiscal frágil. Al incentivar la entrada de capital a largo plazo en moneda fuerte, el RIGI podría contribuir a:
- Aliviar la carga de la deuda externa.
- Incrementar las reservas del Banco Central.
- Diversificar las exportaciones, superando la dependencia agrícola.
- Reducir la volatilidad del tipo de cambio, un obstáculo de larga data para la planificación empresarial en Argentina.
Sin embargo, el éxito del RIGI también dependerá de la continuidad política e institucional del país. La legislación actual está vigente hasta julio de 2026 (con posible prórroga hasta 2027), y los futuros gobiernos deberán reforzar la credibilidad del régimen para que el programa alcance su máximo potencial.
Vaca Muerta: Una historia con moraleja desde el sector energético
Mientras el cobre está en auge, el proyecto energético insignia de Argentina, Vaca Muerta, la segunda reserva de petróleo y gas de esquisto más grande del mundo, enfrenta dificultades a corto plazo. Tras alcanzar un récord de 448.000 barriles diarios en mayo de 2025, la producción de petróleo se redujo en más de un 25% en junio, con el número de etapas de fracturación hidráulica disminuyendo de 2.588 a 1.968.
Esto se debió a una serie de razones:
- Aumento de los costos operativos en dólares estadounidenses debido a la inflación interna y la apreciación del peso.
- Precios internacionales del petróleo más bajos, que han comprimido los márgenes de ganancia.
- Pausas estratégicas de los principales operadores para reevaluar los ciclos de inversión en el nuevo contexto económico.
Si bien la empresa estatal YPF afirma que el proyecto sigue siendo rentable, incluso a los precios actuales del barril, la recesión subraya la vulnerabilidad de los proyectos energéticos a gran escala a las fluctuaciones macroeconómicas y la dinámica de precios externa. Para los inversiones extranjeras esta doble narrativa, auge minero, rezago energético, ofrece una comprensión matizada del perfil riesgo-recompensa de Argentina.

Algunas observaciones para los inversores regionales
La implementación del RIGI marca un cambio de paradigma en la forma en que los países latinoamericanos compiten por el capital global. Mientras que países como Chile y México tradicionalmente se han basado en la solidez institucional y la estabilidad regulatoria, Argentina está probando un modelo basado en garantías legales e incentivos fiscales como contrapeso a sus vulnerabilidades macroeconómicas más amplias.
Para los clientes internacionales que exploran Latinoamérica, Argentina presenta ahora una propuesta de alto riesgo y alta rentabilidad:
- Abundancia de recursos: Cobre, litio, gas de esquisto, energía eólica y solar.
- Innovación política: El RIGI ofrece una previsibilidad legal y financiera poco común en la región.
- Riesgos de ejecución: La inflación, los cambios políticos y la aplicación de la normativa siguen siendo preocupaciones clave.
Lo que diferencia la estrategia actual de Argentina es su desvinculación intencional de los regímenes de inversión sectorial de la inestabilidad económica general. Si esta segmentación puede mantenerse en el tiempo será una pregunta crucial tanto para analistas como para inversores. En ese sentido, aparecen voces que señalan las debilidades del RIGI.
Algunos analistas advierten que el régimen podría acentuar las asimetrías entre grandes inversores y el resto del tejido productivo nacional, al ofrecer condiciones fiscales, cambiarias y regulatorias difíciles de replicar para empresas locales más pequeñas. A su vez se cuestiona que el esquema prioriza la atracción de divisas en el corto plazo sin exigir compromisos significativos de desarrollo local, contenido nacional o transferencia tecnológica, lo que podría limitar su impacto estructural sobre la economía real.
Finalmente hay sectores que temen que la estabilidad fiscal a 30 años limite la capacidad del Estado para rediseñar su política tributaria en función de nuevas prioridades económicas, sociales o ambientales.
En este aspecto, ¿el RIGI puede tomárselo como modelo para la reforma regional?
La adopción por parte de Argentina del RIGI podría servir de modelo para otras economías latinoamericanas que buscan atraer inversiones de alto impacto en el contexto de la competencia global por minerales críticos y la seguridad energética.
De tener éxito, esta arquitectura de políticas podría replicarse en otras partes de la región, especialmente en países con limitaciones macroeconómicas similares, pero con abundantes recursos naturales.
Sin embargo, los inversores deben abordar el tema con expectativas realistas y una debida diligencia rigurosa. La interacción entre marcos sectoriales específicos como el RIGI y el entorno institucional más amplio determinará si el resurgimiento de las inversiones extranjeras son una anomalía pasajera o el comienzo de una transformación estructural. Por ahora, el mensaje es claro: Argentina quiere su inversión y está dispuesta a ofrecer un nuevo tipo de acuerdo para conseguirla.