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Para crear una estrategia de marketing digital exitosa, necesitamos una segmentación de audiencias que sirva de guía para todos nuestros esfuerzos, pero sobre todo nos ayude a generar relaciones largas y duraderas con las marcas.
Muchas veces la segmentación de audiencias se centra en valores estadísticos o numéricos, dejando de lado otros elementos clave como valores socioculturales más complejos. Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que las audiencias son entes vivos, son colectivos dinámicos que evolucionan, se reorganizan y responden activamente al contexto social, cultural y tecnológico en el que están inmersas.
Tener una comprensión básica de esto puede transformar por completo nuestra estrategia de marketing digital, y potenciar tus esfuerzos en redes sociales, SEO, inbound, etc., y aprovechar al máximo los recursos que se invertirán. Hoy, las marcas necesitan construir estrategias más sensibles, más humanas y más adaptativas.
En este blog, no solo exploraremos qué es la segmentación de audiencias y sus beneficios, sino cómo aplicarla desde una perspectiva sistémica para que tu marketing digital deje de ser genérico y se convierta en una estrategia personalizada y adaptable.
La segmentación de audiencias es el proceso de agrupar personas según sus características compartidas para crear mensajes personalizados que conecten mejor con los distintos públicos. Con características compartidas que van desde la edad, sexo, gustos, etc.
Si bien esta definición es clara, quedarse en los “datos duros” puede limitar tu estrategia. Las audiencias, en realidad, son sistemas complejos en movimiento, compuestos por individuos que se relacionan entre sí, se influencian mutuamente y responden de manera diferente a estímulos externos.
Una estrategia basada en datos simples o numéricos no toman en consideración dinámicas sociales complejas. Contemplar estas interacciones nos permiten centrarnos en lo que realmente le importa a tu público: sus intereses, comportamientos y expectativas.
Saber qué resuena con nuestra audiencia y dónde pasa su tiempo nos permite crear contenido y productos relevantes. Además de comprender sus tensiones internas, motivaciones y formas de interactuar, cómo construyen comunidades, etc., permite construir mensajes emocionalmente resonantes. Esto no solo atrae más, sino que generar sentido de pertenencia.
Una marca centrada en el cliente no solo entrega contenido personalizado, sino que construye significado junto a su audiencia, generando confianza, reciprocidad y fidelidad a largo plazo. Ofreciendo una ventaja competitiva sostenible en el tiempo, así la marca deja de ser una opción más y se convierte en parte significativa del ecosistema personal y colectivo del cliente.
La segmentación profunda, que incluye el análisis de hábitos culturales, relaciones sociales y valores compartidos, te permite ver patrones inesperados que abren la puerta a colaboraciones, formatos o nichos que antes pasaban desapercibidos.
Por ejemplo; Spotify utilizando una segmentación emocional, estado de ánimo y uso (Mood Sliders). Cuando detectaron que muchos de sus usuarios reproducían cierta música como herramienta que les ayudaba a mejorar la concentración, crearon campañas, playlist, colaboraciones y ads enfocados en personas que buscaran ese estado de concentración, estudiantes y freelancers.
Entender mejor a nuestras audiencias, nos permite reaccionar más rápido y toma mejores decisiones. La segmentación nos permite ver antes que otros lo qué está cambiando y cómo responder, no solo nos anticipamos a tendencias, sino que participamos en su construcción, convirtiéndonos en un actor relevante dentro del sistema cultural de la audiencia. Convirtiendo a la marca en un referente, no solo en el mercado, sino también en la conversación social actual.
Según Niklas Luhmann, uno de los principales sociólogos del siglo XX, sugiere que los sistemas sociales(audiencias) se autorregulan a través de la comunicación. Desde esta perspectiva, las audiencias no son entidades pasivas, sino sistemas abiertos que:
La verdadera segmentación ocurre cuando dejamos de preguntar solo “¿quién es mi audiencia?”, para comenzar a preguntarnos:
“¿Qué valores comparten? ¿Qué historias los conectan? ¿Qué papel quiere jugar en esta conversación?”
Porque ante la sobresaturación de mensajes actualmente y la competencia por la atención de millones de personas, las marcas no necesitan más datos: necesitan más empatía, más escucha, un impacto más tangible y más sentido.