Las dos caras de la agricultura sostenible en América Latina

América Latina es considerada la despensa del mundo, albergando a grandes productores de alimentos como Argentina, Brasil y Colombia, que se encuentran entre los principales exportadores a nivel global. La región también cuenta con vastos ecosistemas naturales que desempeñan un papel vital en la preservación de la biodiversidad en un planeta que enfrenta una crisis climática. En este contexto, la agricultura sostenible se destaca como una alternativa crucial.

Para que las prácticas agrícolas se consideren sostenibles, deben cumplirse varios factores clave. Si bien la viabilidad económica y la productividad para satisfacer la demanda son esenciales, estos objetivos deben alcanzarse en equilibrio con la responsabilidad ambiental y la equidad social.

En un continente marcado por los contrastes, donde las prácticas tradicionales de los pueblos indígenas se entrelazan con la agricultura a gran escala, surgen diversos desafíos al momento de priorizar el medio ambiente para lograr una transición exitosa. Aunque este camino puede resultar complejo, es esencial y, además, podría representar importantes oportunidades económicas y sociales para los países de la región.

Desafíos históricos en América Latina

La historia de América Latina está profundamente ligada a su colonización. Durante siglos, la región estuvo principalmente bajo el control de España y Portugal, estructurada para abastecer de recursos a las metrópolis. Incluso después de la independencia, este esquema permaneció firmemente arraigado en la forma en que se desarrollaron las sociedades locales.

Hasta el día de hoy, muchas economías de la región siguen dependiendo en gran medida de la exportación de materias primas, a menudo producidas a través de monocultivos que ocupan vastas extensiones de tierra. Ejemplos de ello son la soja en Argentina y Brasil, y el café producido a gran escala en Brasil y Colombia.

Estos monocultivos con frecuencia degradan el suelo, ya que la falta de diversidad de cultivos agota la tierra. Además, la expansión de las fronteras agrícolas, impulsada por la presión para aumentar la producción, está directamente vinculada a la deforestación de ecosistemas cruciales como la Amazonía y el cerrado brasileño.

Asimismo, la elevada demanda de agua de estos cultivos agrava las condiciones de sequía, poniendo en riesgo tanto a la fauna silvestre como a las poblaciones humanas ante la inseguridad hídrica.

Las problemáticas sociales también desempeñan un papel central en esta discusión. Debido a su herencia colonial, muchos países de la región continúan enfrentando una marcada desigualdad en la tenencia de la tierra: grandes haciendas concentran la mayor parte de las áreas productivas, mientras que los pequeños productores luchan por acceder a ellas. Esto genera una situación en la que, por ejemplo, las zonas rurales sufren condiciones laborales precarias y frecuentes conflictos agrarios.

Prácticas innovadoras

A pesar de estos desafíos, América Latina es un continente de contrastes. Si bien existen problemas significativos, también es un vibrante laboratorio de soluciones e ideas para afrontarlos mediante la combinación de creatividad, conocimiento y tecnología. A continuación, algunos ejemplos que están moldeando el futuro de la agricultura sostenible.

Sistemas integrados

Una de las estrategias que está ganando popularidad en la búsqueda de una producción más sostenible es la creación de sistemas que integran diversos cultivos. Casos bien conocidos incluyen la rotación de cultivos para reponer nutrientes del suelo y la cría de animales junto a frutales para aprovechar mejor la tierra.

Estas prácticas también pueden ofrecer beneficios inesperados. En el caso del ganado criado en huertos, los desechos animales pueden servir naturalmente como fertilizante, y la sombra de los árboles proporciona refugio contra el sol, reduciendo el estrés y aumentando la productividad del ganado.

No solo aportan soluciones ambientales —como un mejor uso del suelo y menor presión sobre los ecosistemas—, sino que también diversifican los ingresos del productor, ofreciendo respuestas tanto sociales como ambientales. En Brasil, el modelo ILPF   (Integración Agricultura-Ganadería-Silvicultura, por sus siglas en español) está cobrando fuerza, especialmente en zonas tropicales.

integracao lavoura pecuaria 1.jpg
Integración Agricultura-Ganadería-Silvicultura

Agricultura de precisión

La tecnología también puede ser una gran aliada en la búsqueda de una producción más sostenible. El uso de GPS de alta precisión, por ejemplo, permite obtener información valiosa sobre el suelo, el clima y la salud de los cultivos.

Esto posibilita aplicar insumos (como agua y fertilizantes) de manera dirigida y precisa, usando solo la cantidad necesaria. El resultado es una mayor productividad en la tierra, reduciendo la necesidad de expandirse hacia nuevas áreas y evitando el desperdicio de recursos.

Otro aspecto donde el mapeo por sensores puede aplicarse es en la identificación de plagas, guiando a los tractores para evitar la sobreaplicación de insumos y, con ello, proteger el suelo.

Agroforestería

Mirar hacia el futuro es clave para desarrollar soluciones, pero gran parte del conocimiento del pasado también resulta esencial. Esto aplica particularmente al considerar las prácticas y saberes de las poblaciones locales, frecuentemente relegadas durante siglos de colonización en América Latina.

Una de las principales técnicas de agricultura sostenible proviene de los pueblos indígenas: la agroforestería. Este tipo de producción combina diversas plantas nativas y exóticas con animales, creando un ecosistema equilibrado que genera productos mientras mantiene la armonía ecológica.

Las ventajas incluyen mayor rentabilidad, mejor infiltración de agua, control de la erosión del suelo y la preservación natural de la biodiversidad local.

Estas técnicas, utilizadas durante siglos por comunidades indígenas en toda América Latina para producir alimentos como nueces y tubérculos de forma ambientalmente responsable, pueden adaptarse para cultivar especies exóticas con mayor equilibrio, como el café, que puede integrarse en corredores biológicos, como ya ocurre en partes de Colombia.

XXVI Curso de AAFIs Leilane Marinho 84 1 scaled 1
AAFIs durante uma aula prática de Jardinagem Orgânica na unidade de demonstração do CFPF (foto: Leilane Marinho).

Pequeños productores y comunidades tradicionales

Los grandes productores dominan las exportaciones en América Latina, pero es en la agricultura familiar donde encontramos valiosas lecciones sobre sostenibilidad, seguridad alimentaria y protección de la biodiversidad.

Una parte significativa de la producción local en muchos países latinoamericanos proviene de la agricultura familiar. Esto los convierte en actores esenciales para garantizar la disponibilidad de alimentos a un amplio segmento de la población, y, por tanto, fundamentales para la soberanía alimentaria.

Dado que las técnicas de producción de estos agricultores se transmiten de generación en generación, y por tradición o necesidad existe una fuerte preocupación por la salud del suelo y el mantenimiento de tierras productivas, su agricultura suele ser inherentemente sostenible. Sin embargo, estos grupos enfrentan desafíos importantes para sostener sus prácticas. El más crítico es la dificultad de acceso a la tierra, ya que las grandes propiedades concentran la mayor parte de las áreas productivas en América Latina.

Otros obstáculos para fortalecer este tipo de producción incluyen el acceso limitado al crédito rural y a mercados formales, lo que impide a muchos competir con los grandes agroproductores. Algunas soluciones posibles son políticas de reforma agraria, inversión en el fortalecimiento de mercados de nicho para productos agroecológicos —como los orgánicos—circuitos cortos de comercialización que acorten la distancia entre productor y consumidor, y el desarrollo de organizaciones colectivas como cooperativas y asociaciones.

Entre herencia e innovación

El panorama agrícola en América Latina está caracterizado por una marcada dualidad: por un lado, el legado histórico del modelo extractivista, y por otro, un ecosistema de innovación y tradición que busca métodos de producción más ecológicos y alineados con las necesidades ambientales.

Superar estos desafíos, sin embargo, requiere inversión y el reconocimiento de la sabiduría de los pequeños agricultores, así como la incorporación de algunas de sus prácticas por parte de los grandes productores. Si este camino se recorre con cuidado y responsabilidad, puede generar resultados significativos: garantizar la protección de la biodiversidad al tiempo que se contribuye a la lucha contra el cambio climático.

Escrito por: Sherlock Communications