Mercosur 2025: entre la integración comercial y las diferencias políticas

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La Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur, que se celebró el 2 y 3 de julio de 2025 en Argentina, dejó una serie de definiciones que podrían marcar el rumbo del bloque sudamericano en los próximos años. 

Si bien los debates entre los presidentes, en particular entre Javier Milei y Luiz Inácio Lula da Silva, ocuparon los titulares por sus diferencias ideológicas, el balance final mostró un impulso pragmático hacia la ampliación de acuerdos comerciales, tanto con la Unión Europea como con nuevos socios estratégicos.

En un contexto global de creciente fragmentación geopolítica y tensiones comerciales, el Mercosur intenta reposicionarse como un actor relevante para el comercio internacional. Esta cumbre reflejó, con sus avances y sus tensiones, la diferencia entre quienes impulsan una apertura rápida y quienes prefieren preservar el proteccionismo regional.

Acuerdo con la Unión Europea: señales de avance

Lo más relevante desde el punto de vista económico fue el renovado empuje para cerrar el postergado acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea. Las negociaciones, que se iniciaron hace más de dos décadas, habían quedado virtualmente congeladas en los últimos años debido a diferencias en materia de regulaciones ambientales y mecanismos de resolución de disputas.

En esta cumbre, sin embargo, se registraron señales de avance. Según fuentes diplomáticas, Brasil y Argentina coincidieron en la necesidad de desbloquear el acuerdo, aunque desde posiciones distintas. Mientras Lula busca consensos con Europa que contemplen mecanismos de protección ambiental y compromisos sociales, el presidente argentino Javier Milei presiona por una firma inmediata, incluso a costa de flexibilizar ciertas condiciones. “No queremos perder más tiempo con retórica. Necesitamos abrir mercados ya”, afirmó el canciller argentino, Guillermo Werthein.

La postura argentina también fue compartida, con matices, por Uruguay y Paraguay, cuyas economías buscan desesperadamente nuevos destinos para sus exportaciones agroindustriales. El bloque europeo, por su parte, no ha emitido un comunicado oficial, pero se supo que representantes de la Comisión Europea mantuvieron reuniones bilaterales con los cancilleres del Mercosur durante la cumbre.

El Mercosur busca nuevos horizontes

Además del tratado con la Unión Europea, la cumbre marcó la firma formal del acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por sus siglas en inglés), conformada por Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein. Este tratado había sido negociado años atrás, pero ahora se oficializó su implementación.

El acuerdo EFTA-Mercosur contempla la eliminación de aranceles para más del 90% del comercio bilateral y establece mecanismos de cooperación en áreas clave como servicios financieros, propiedad intelectual, normas sanitarias y cambio climático. Se espera que beneficie especialmente a sectores como el agroalimentario, la minería y los servicios digitales.

Este hito refuerza la estrategia del Mercosur de diversificar sus alianzas económicas y reducir su dependencia de los grandes bloques tradicionales. En esa línea, también se discutieron avances con países de la zona Asia-Pacífico, especialmente con Corea del Sur, Singapur y Vietnam, con quienes se exploran acuerdos bilaterales.

Flexibilización del bloque: ¿un Mercosur más laxo?

Uno de los temas más debatidos, y también más sensibles, fue la posibilidad de avanzar hacia una mayor flexibilización del bloque, permitiendo que los países miembros puedan firmar acuerdos comerciales por fuera del Mercosur sin necesidad de consenso unánime. Esta idea, impulsada con fuerza por Uruguay desde hace años, ganó tracción en esta cumbre.

Si bien no hubo una resolución formal al respecto, se acordó la creación de un grupo técnico para revisar el protocolo de Ouro Preto, que rige el funcionamiento institucional del bloque. La decisión fue leída como una apertura tácita a una reinterpretación de las reglas, especialmente ante el impulso de gobiernos como el de Milei, que ve en la flexibilización una vía para acelerar la inserción argentina en el comercio global.

El Mercosur como plataforma de inversión

Para las empresas extranjeras que ya operan —o evalúan operar— en América Latina, las señales que dejó esta cumbre son relevantes. Por un lado, el impulso renovado a los acuerdos comerciales sugiere un entorno más favorable para el comercio interregional y la integración productiva. Por otro, la posibilidad de flexibilizar el marco institucional del Mercosur puede traducirse en nuevas oportunidades de inversión directa y cadenas de valor transnacionales.

Sectores como el agronegocio, la minería sustentable, la energía renovable y los servicios digitales aparecen como los principales beneficiarios de esta apertura gradual. Además, la formalización del acuerdo con EFTA podría abrir nuevas rutas logísticas y reducir costos de exportación hacia Europa, con impactos concretos en la competitividad regional.

Tensiones políticas, pragmatismo económico

Más allá de las cuestiones económicas, la cumbre estuvo atravesada por las diferencias políticas entre los mandatarios. El intercambio más tenso ocurrió entre Milei y Lula, quienes apenas se saludaron formalmente y evitaron coincidir en espacios de diálogo directo. El presidente argentino criticó duramente la “hipocresía de ciertos discursos latinoamericanistas”, mientras que su par brasileño llamó a “no abandonar la dimensión política del Mercosur”.

Pese a estas fricciones, ambos mandatarios coincidieron en la necesidad de no paralizar al bloque. La diplomacia brasileña evitó escalar el conflicto, y desde la delegación argentina se destacó que “las diferencias ideológicas no deben obstaculizar el comercio”. En términos prácticos, el relanzamiento de la agenda económica común fue posible gracias a una lógica de intereses compartidos, más allá de las visiones políticas.

Una cumbre bisagra

La Cumbre del Mercosur 2025 puede ser leída como una cumbre bisagra, marcada por dos dinámicas simultáneas: el conflicto político entre líderes de orientación ideológica opuesta, y la convergencia estratégica en materia económica. Lejos de quedar paralizado por sus diferencias internas, el bloque mostró una voluntad renovada de integrarse al mundo, firmar acuerdos, abrir mercados y, quizás, actualizar sus reglas de juego.

En un mundo cada vez más incierto, los países del Mercosur parecen entender que su mejor carta de negociación está en la cooperación económica, más que en la retórica política. La pregunta que queda abierta es si podrán sostener ese rumbo en los meses por venir.

 

Escrito por: Patricio Erb