Historia de Colombia: un paraíso que enamora al mundo

Esta breve historia de Colombia empieza con una caminata… Atrás quedaron las playas de Bahía Port en su natal Melbourne. Con alma de mochilero y espíritu aventurero Travis Crockett, un joven australiano, recorrió Sudamérica desde la Patagonia hasta el Mar Caribe y a su paso recuerda que muchos nativos le decían: “Colombia es muy chévere”. Eso despertó su curiosidad y al llegar al país lo pensó poco para decidir que esa sería su última parada. “Me gusta la forma en que los colombianos dan la bienvenida a los extranjeros, comparten su cultura, te hacen sentir en casa”, decía.

Algo muy similar recuerda Marie-Laetitia Lesaffre, nacida en Francia, quien a pocos días de llegar a Bogotá y durante un paseo en bicicleta por un populoso barrio de la ciudad, se vio en apuros cuando una llanta de su bici se pinchó. Un transeúnte la ayudó a despinchar y sin pedir nada a cambio solo le tendió la mano y le dijo que había llegado a un buen lugar. Pasó el tiempo y ella por si sola pudo corroborar que “Colombia tiene mucho para enseñarle al mundo”.

O qué decir de Lorenz Griesmann, un ejecutivo alemán que quiso visitar la Catedral de Sal de Zipaquirá, un templo emblemático cerca a Bogotá, pero en el camio perdió su billetera. Al llegar a la Catedral no salía de su asombro cuando, no solo los locales pagaron su entrada al lugar, sino que también lo ayudaron a contactar a sus amigos en Bogotá y a regresar a su hotel. “Berlín ya no se siente como mi hogar, la amabilidad aquí es indescriptible”, señaló

Todo ellos tienen algo en común: luego de sus experiencias se quedaron en el país y, de manera temporal o definitiva, echaron raíces y ayudaron a hacer patria lejos de su hogar, mostrando que Colombia es un país de gente cálida y hecho para cualquier persona.

El punto de partida…

Al intentar resumir esta breve historia de Colombia, es importante saber quiénes son los colombianos, pero esto puede ser una de las incógnitas más difíciles de responder. Colombia, que logró independizarse de la hegemonía española a partir del 20 de julio de 1810, cuando se proclamó el Grito de Independencia en Santa Fe de Bogotá y desde entonces encontró en los conflictos y las guerras civiles la mejor forma de definir una noción de país como el que conocemos hoy.

La alegría y la autenticidad de los colombianos es fruto de un legado histórico que le han dejado diversas culturas y etnias. Más de 200 años atrás fueron los indígenas, africanos y españoles quienes forjaron la identidad de un pueblo lleno de júbilo, con una geografía rica y diversa, pero también marcado por conflictos y víctima de sus propias e incontables riquezas naturales.

Pero en los años siguientes a aquella independencia -tan anhelada- los conflictos fueron mutando entre el color de la piel, las personas, el dinero y las ideologías políticas y llegaron décadas turbias en las que el caos fue protagonista en todos los ámbitos, a tal punto que esos años hoy se conocen como la ‘Patria Boba’.

El camino recorrido por Colombia hacia su con­solidación como Estado tuvo como ejes la pre­sencia de dos tendencias político – administrativas que se fortalecieron a lo largo del siglo XIX y definieron dos etapas en las cuales el país estuvo bajo lineamientos diferentes: centralismo político y federalismo. Las tensiones políticas y las guerras civiles marcaron la pauta en ese momento, además de que los grupos dirigentes de la época se encargaban de avivar la confrontación armada.

Pero en medio de la convulsión social, vinieron leves cambios en la segunda mitad del siglo XIX con el desarrollo de nuevos productos de exportación, entre ellos el tabaco, la quina, el café y una minería de oro y plata más moderna. El lento crecimiento económico que caracterizó la segunda mitad del siglo XIX fue reemplazado por una expansión rápida e importantes inversiones en la infraestructura del país.

Un nuevo despertar

El siglo XX fue mucho más determinante y próspero para el país y en esta breve historia de Colombia cabe anotar que esa época empezó con la culminación de la Guerra Civil de los Mil Días y allí por fin el país se detuvo a mirar con asombro la ruina y decadencia económica que había provocado la violencia y una absurda lucha de poderes que señalaba que la realidad del país debía transformarse -de inmediato- para evitar un atraso socioeconómico mayor frente al sistema mundial que se desarrollaba en Europa y Estados Unidos.

Llegaron reformas a nivel económico y social, pues los políticos comprendieron que Colombia necesitaba modernizar las políticas públicas y ese fue el fundamento de las revoluciones a nivel tecnológico, político, cultural, educativo, social etc.

Por ende, en Colombia los estudiantes universitarios comenzaron a exigir que se les ofreciera un sistema educativo que correspondiera a lo que mostraba el mundo moderno para quitar el yugo de doctrinas y élites españolas pasadas de moda. Pero además, este fue el preámbulo a uno de los capítulos más agitados en la historia del país.

Conocido como ‘El bogotazo’, fue una revuelta que hizo arder a Bogotá durante tres días, con un saldo final de 3.000 muertos y una ciudad semidestruida. ¿La razón? El asesinato de uno de los líderes más emblemáticos del país: Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948. Ese fue un importante punto de inflexión para Colombia.

Este tipo de acciones sociales permitieron que el gobierno comprendiera que los ciudadanos estaban ya en otra época. Puesto que existía una sociedad civil joven muy bien informada y crítica ante los sucesos, que ya tenía en su mano una guía vieja que le permitía reconocer un país inmenso en riquezas (como el café, las flores) y paisajes exuberantes como el de Cartagena, los Santanderes, el Valle del Cauca o la Amazonía, pero que también entendía que se habían creado grupo ilegales que luchaban contra el régimen.

Este despertar, este nuevo reconocimiento del país, llevó a que los colombianos de finales de siglo pudieran impulsar movimientos políticos y sociales como la Séptima Papeleta, que ya cumple 30 años y es el eje de la Constitución Política de 1991, incluyente y con sentido altamente social, esta hoja de ruta se ha ido ajustando con el paso de los años.

La Colombia de hoy

Con el cambio de siglo, Colombia empezó a escribir una breve historia muy distinta a lo vivido antes. De ser un país convulsionado por la violencia que dejó a su paso el narcotráfico, la guerrilla y la crisis económica de 1999, el cual generaba temor y enorme inseguridad ante el mundo; hoy es reconocido como un país de artistas, futbolistas, escritores, cultura, gastronomía, música y turismo. Todo esto explotó, llegaron las medallas olímpicas, los futbolistas militando en grandes clubes del mundo, los restaurantes, los chefs, la música de Carlos Vives, Shakira y J Balvin recorriendo el mundo.

Además, el 26 de septiembre de 2016 se firmó un histórico acuerdo con la guerrilla de las FARC que no puso fin a la guerra, pero sí es un referente en el debate nacional sobre la lucha armada. También se firmaron tratados de libre comercio con Estados Unidos, Canadá, Chile, Europa, Corea del Sur, Panamá, Costa Rica y Turquía; además el país entró a la encopetada Organización para la Cooperación y Desarrollo (OCDE)

A su vez, la economía se disparó. Colombia se llenó de franquicias, de smartphones, de vehículos y juguetes importados, de nuevas tecnologías, de camisetas de equipos de fútbol de otras latitudes, de artistas, de inmigrantes venezolanos que empezaron a llegar en 2015 con la crisis política y humanitaria desatada por el régimen chavista.

Pero en esencia, Colombia, en esta breve historia de la última década se llenó de turistas extranjeros, curiosos por descubrir nuestro país. Algunos de ellos se han quedado, como lo dijimos al inicio, para hablarle al mundo de la maravilla de estos paisajes, los amaneceres y atardeceres llenos de magia, disfrutar del buen clima o de abrigarse un poco para ir a las montañas, de calentarse las manos con una tasa de excelente café o una ‘agua de panela’.

Colombia es hoy uno de los 50 países más felices del mundo según el ranking publicado por Gallup en 2019 y es que a pesar de algunas cosas, la felicidad y el optimismo enmarcan al colombiano, pero hoy ante una nueva realidad y una fuerte crisis desatada por la pandemia, también la resiliencia se suma a la lista de rasgos de quienes viven acá.

Colombia con sus casi 50 millones de habitantes es pluralidad, es constante cambio. A los colombianos les gusta cómo son, ingeniosos, creativos y alegres para así mejorar nuestra imagen día tras día.

Escrito por: Sherlock Communications