La cruzada por una Colombia libre de asbesto

“La misión está cumplida”, dijo Daniel Pineda frente a las instalaciones del Congreso de la República, ubicadas en pleno centro de Bogotá. Daniel libró junto a su esposa, Ana Cecilia Niño, una lucha de más de 5 años para lograr que la legislación colombiana aprobara el proyecto de ley que hoy prohíbe el uso del asbesto en Colombia.

Explotado y utilizado desde el XIX, el asbesto, una fibra compuesta por pequeñas partículas de minerales, muy pronto se convirtió en un recurso natural importante para el desarrollo de la infraestructura y el transporte en muchos países del mundo. En especial, desde principios del siglo XX cuando ya hacía parte de la fabricación de miles de productos como aislantes para edificios, vestidos, pinturas, navíos y automóviles.

Y aunque en Colombia se tenían registros muy insipientes del uso de esta fibra para proyectos de construcción, grandes dudas y preocupaciones frente a su uso estallaron cuando se conoció el caso de Ana Cecilia Niño, quien por más de 20 años estuvo expuesta al asbesto, situación que derivó en un cáncer, denominado mesotelioma pleural.

Pero la falta de cifras concretas sobre contaminación, los tímidos testimonios y las dudas científicas sobre los efectos que produce la exposición a este material fueron hasta mayo de 2019 los argumentos principales para que la prohibición del asbesto en Colombia no fuera una realidad a pesar de que, hoy en día, 68 de los 194 países del mundo han aprobado dicha prohibición, incluidos Argentina, Chile, Uruguay y Honduras en América Latina.

Incluso ahora, en pleno siglo XXI, sigue siendo una fibra clave para algunas industrias que lo defienden y lo necesitan para sostenerse, pero a la vez es un enemigo silencioso pero letal para los seres humanos que lo inhalan y que se va alojando, poco a poco, en nuestro sistema respiratorio, a manera de tumor maligno hasta acabar con todas las funciones pulmonares del cuerpo y, por ende, con la vida.

Ana Cecilia Niño fue víctima de esta fibra mineral y desde 2014, cuando le detectaron mesotelioma, empezó a tocar puertas y a levantar la mano ante los periodistas para visibilizar esta situación. Un camino que fue difícil y lleno de retos a nivel social, económico y político; pero al final dio sus frutos.

En medio de una lucha que parecía no tener eco, Ana Cecilia y su esposo, Daniel Pineda, se encontraron en 2015 con Marcela Pulido, periodista e investigadora de Noticias Caracol, uno de los noticieros más vistos en Colombia durante los últimos años.

No fue pura coincidencia. Marcela ya había contado en este reconocido Noticiero el drama de una víctima de asbesto que lo único que le pidió a la comunicadora antes de morir fue que su testimonio saliera al aire “para que no sigan muriendo más personas ni más colombianos por esta razón”, le manifestó, en medio de su agonía, a la periodista de Caracol.

A partir de entonces, más víctimas empezaron a levantar su voz para que el Gobierno los escuchara, para que el país los viera y la sociedad entendiera que el asbesto es un compuesto mineral que nos está matando en Colombia.

Generar conciencia entre la gente

Marcela, quien supo desde el principio que a través de su trabajo podía dar visibilidad a un asunto que debía estar en la agenda del Gobierno Nacional y del Congreso por la gravedad que representaba, no tuvo un camino fácil: las víctimas no querían hablar, sentían miedo, no querían mostrar su rostro ni su historia, los testimonios escaseaban y sus investigaciones periodísticas se iban dilatando si salir al aire.

Se trataban de más de 25 casos de víctimas del asbesto que clamaban por tener voz y opinión, pero con temor a que los poderosos de siempre los callaran en cualquier momento. Frente a esto, Marcela decidió trazar dos líneas de investigación y denuncia social a través de su labor como reportera.

La primera y más importante con el propósito de mostrar los casos y visibilizar la situación a través del drama que viven las familias para así empoderarlas y que fueran visibles y la otra para confrontar a las empresas que trabajan con asbesto para cuestionarlas y revelar sus prácticas. Todo esto, con el apoyo de Caracol Noticias que quiso llevar esta investigación hasta las últimas consecuencias.

Durante las primeras notas, no se menciona ninguna empresa, a pesar de que se habla de los productos que necesitan asbesto para su fabricación, al tiempo las familias empiezan a hablar más y más duro hasta que la industria empieza a hacer resistencia para evitar que la bola de nieve crezca, pero ya es demasiado tarde.

Entre otras cosas, porque al mismo tiempo que se adelantaba esta investigación, salió a la luz un dato aterrador, en el marco de la Conferencia Internacional de Salud Ambiental y Ocupacional, organizada por el Instituto de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia y es que hasta 2014 en Italia se registraban 1.000 muertos por mesotelioma y 2.000 por cáncer de pulmón por cuenta del asbesto.

Razón por la cual esta enfermedad se convirtió en una de las prioridades en materia de salud pública para el Estado italiano desde hace poco más de dos décadas, según dijeron los científicos europeos que en su momento visitaron la U.N. en su momento para entregar ese dato desolador, pero a la vez concluyente.

Creció la bola de nieve

Con esta experiencia internacional en manos de los más grandes medios del país, Marcela pide a Noticias Caracol que le permitan mencionar los nombres de las empresas en cada artículo de investigación que hace, el canal de TV acepta y con esto la gran industria queda al descubierto, frente a lo cual, empresas como Eternit (con más de 75 años en el mercado colombiano) empiezan a hacer lobby en el Congreso de la República, apoyados en todo el poder e influencia que siempre han tenido para evitar que esta corriente llegara al ámbito judicial.

Como si fuera poco, Marcela Pulido descubre que Colombia es el único país de América Latina donde todavía existe una mina de extracción de asbesto a cielo abierto, con la cual el impacto sobre familias y pobladores cercano pudo ser indescriptible. La mina, ubicada en el departamento de Antioquia, estuvo cerrada desde finales de la década de los 90, pero fue reabierta durante el gobierno de Álvaro Uribe, después de 2003.

Entre 2015 y 2016, una vez las familias de las víctimas se dan cuenta del rumbo y el impacto que toma esta investigación, se unen a Marcela como nunca, y los demás medios de comunicación en Colombia ponen sus ojos sobre el tema y en ese punto ya es una fuerza imparable. Las víctimas se convierten en protagonistas de la noticia, bajo la consigna: ¡No más asbesto en Colombia!

Pero no solo las víctimas fueron protagonistas de entrevistas y artículos de prensa. También se tomaron el Congreso de la República, las calles y las redes sociales. Allí despertaron el interés de ONG internacionales como Green Peace, que se unieron a esta consigna, pidiendo la inmediata prohibición de la extracción de esta fibra mineral.

En medio de esta lucha, el asbesto empezó a cobrar las vidas de las víctimas que ya tenían un rostro, una historia, un propósito. Muchos de los entrevistados por Noticias Caracol pierden la batalla contra el asbesto y el cáncer los separa de este mundo y de sus familias, pero ya no son invisibles. Por el contrario, están más presentes que nunca.

A esta ola se sumó la academia. La Universidad Nacional y la Universidad de los Andes movilizaron a sus científicos, investigadores y estudiantes para desarrollar estudios y publicaciones que soporten lo que los medios claman desde el periodismo: ¡No más asbesto!

Para 2017, Marcela, de Noticias Caracol logra que el entonces ministro de Salud, Alejandro Gaviria, le conceda una entrevista enfocada en el tema del asbesto en Colombia. Con testimonios muy tímidos y sin comprometerse con la causa, el Ministro prometió ayudas a las víctimas, pero solo unos meses después cuando es diagnosticado con cáncer se pone la camiseta y se suma a la causa.

Misión cumplida

En este punto la presión social y mediática era muy alta y ya no valía el lobby de la industria ante los legisladores del país, ni los intereses de algunos partidos políticos por mantener una economía regional con un material que ya está prohibido en muchos países y se puede sustituir por otros sin problema alguno.

Con el fallecimiento, en agosto de 2017, de Ana Cecilia Niño (emblema de esta causa) vienen las definiciones para un proyecto de ley que no daba espera y arranca la recta final de una batalla que conmovió al país. Llega la campaña ‘Abraza tus pulmones’ y con esta, el cambio de Gobierno para que el actual presidente de los colombianos: Iván Duque, firmara la ley. El clamor de las víctimas, los medios y la sociedad se había escuchado hasta lo más alto.

¿Qué viene ahora? La vigilancia y control por parte de los entes reguladores y por qué no, de los medios de comunicación para que la ‘Ley Ana Cecilia Niño’, que entrará en rigor en enero de 2021, se cumpla y se acabe la extracción, uso, distribución y exportación del asbesto en toda Colombia. La sociedad ya es consciente del peligro y los casos están ahí, solo resta que se haga valer el clamor de un país.

“Me siento plena y satisfecha porque nunca imaginé que una obsesión periodística nos iba a llevar tan alto y me permitió comprender que el periodismo tiene no solo la capacidad de informar, sino también de aportar a la sociedad y al mundo entero”, concluye Marcela Pulido.

Escrito por: Oscar Segura